miércoles, 14 de mayo de 2014

La importancia de la atención al público

Las empresas, cuando empiezan, todo son buenas maneras. Te atienden con cortesía, contestan al teléfono, si llega un cliente a última hora, le muestran su mejor sonrisa y le atienden, en definitiva, buscan fidelizar al cliente.

Pero claro, llega un momento, en que lo que les sobra, son clientes y es, en ese momento, cuando el cliente pasa a ser NADA. Sí, lo escribimos con mayúsculas, porque es lo que nos pasó en Leroy Merlín esta semana. Encargamos un producto, nos dijeron que en unos ocho días llamarían, pero que, en caso de no recibir la llamada, que les llamáramos. Así lo hicimos y no hubo manera de contactar por teléfono en la tienda, probamos con la central, ahí sí descolgaban, te ponían una música, te decían que estaban ocupados, más música y así varias veces, hasta que una última locución, informa que están muy ocupados, que llame en unos minutos.

Por la tarde, decidimos pasarnos por la tienda y tenían nuestro producto, no un ejemplar, si no dos. Por lo que cogimos uno, e intentamos preguntar a varios dependientes, la mayoría nos dijo que no era de la sección que buscara a uno que lo fuera. Como no hicieron caso, cogimos el producto, pagamos y nos fuimos. No sabemos si llamarán, pero lo que tenemos claro es que, si en su día Leroy Merlín no funcionaba mal, ahora, que son una gran cadena bien posicionada, el cliente, en lugar de lo primero es lo último.

Lo malo, es que cuando llegan a ese nivel, no les hace falta de nada, por lo que pueden prescindir de clientes cabreados, pero lo que se debería hacer, es, en solidaridad con aquellos a los que no hacen caso, dejar de ir, veréis como así, seguro que vuelen a tratar al cliente como un rey.

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