martes, 2 de febrero de 2016

Cuando sacas tus propias conclusiones

Hablamos muchas veces del egoísmo del ser humano, pero nunca deja de sorprendernos. Ya hemos dicho alguna vez, que solemos querer para nosotros todo, tal y como nos parece que debemos tenerlo, pero para el resto, exigimos que se cumplan las leyes a rajatabla.

Pues también ocurre, con demasiada frecuencia, que cuando hacemos algo, independientemente de que esté bien o mal, damos por hecho que es lo correcto y si alguien se le ocurre cambiar sólo una de lo que hemos hecho, también independientemente de que esté bien hecho el cambio o no, pondremos el grito en el cielo.

Y lo grave, no es ese enfado, son las conclusiones que sacamos, sin tener todos lo datos, que te lleva a juzgar a alguien, sin tener la seguridad de su acción, al que juzgas y acusas, sin razón. Y es que, por mucho que sea blanco y esté en una botella, no siempre será leche.

Pensar mucho cuando acuséis a alguien, puede que no se merezca la acusación y el que esté haciendo el cafre, seas tú.

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