lunes, 18 de julio de 2016

La lentitud del sistema

Con dos elecciones generales a nuestras espaldas y la sombra de unas terceras, nos damos cuenta de lo lento que es el sistema democrático y cómo para evitar que unos pocos se lo lleven crudo, lo que se consigue es que todo sea excesivamente lento.

En muchas ocasiones pensamos que sería mejor vivir sin leyes, como antes y que sean los más fuertes los que se lleven el gato al agua, pero claro, eso va contra los que menos tienen. Es cierto que necesitamos unas normas de convivencia, pero cuando esas normas se enredan, y en lugar de aportar mejoría para todos, lo que aporta es lentitud en todo, sinceramente, quizá se nos esté escapando de las manos.

El problema, en nuestra opinión, es que no solemos hacer borrón y cuenta nueva, si no que cualquier ley, se deja como está y se añade lo que falta, haciendo leyes demasiado liadas, con infinitas interpretaciones. En informática suele pasar, por no estropear lo que hay, cuando añades una funcionalidad a algo, lo añades, no piensas en rehacer el programa entero, añadiendo esa funcionalidad, ya que podrías dejarte algo fuera. Ahora bien, llega un momento, en que la única manera de que el programa funcione es volviéndolo a montar, y en ese nuevo montaje tendrá incidencias por cosas que te dejes fuera, pero la mayoría estarán y con una lógica adaptada a lo nuevo. Eso mismo habría que hacer, de vez en cuando con las leyes.

En fin, mientras tanto, seguiremos esperando a que las cosas se muevan, con mil elecciones, con esperas para todo lo que depende de la administración (ya sea local, provincial o central) y viendo pasar el tiempo.

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