Hacer más de lo que se puede

Una vez más, tenemos que hablar de la manía que hay en las empresas de intentar, que por ciencia infusa, sus trabajadores hagan las cosas. Si no hay alguien, que sea capaz de liderar, de verdad, un proyecto, ese proyecto, está abocado al fracaso.

Nos vamos a explicar. Todo proyecto, por norma general, necesita la colaboración de otros departamentos, a los cuáles, obviamente, el equipo de proyecto, no puede dar órdenes. Esta situación, hace que todo lo que dependa de otros departamentos fuera del proyecto, tenga la importancia que se le quiera dar. También es normal, que el departamento externo al proyecto, no entienda que una proyecto es importante, si no se lo comunican desde más alto. Llegados a este punto, si un proyecto, no tiene una cabeza visible, capaz de coordinar a todos los departamentos involucrado, el fracaso será de campeonato.

¿Qué suele ocurrir en España? Muy sencillo, como ya hemos dicho hasta la saciedad, los directivos no son excesivamente buenos y para no mostrar sus carencias, intentan que no salga nada de las puertas de su departamento. ¿Qué consecuencias trae esto? Pues que los departamentos, se vuelven herméticos. ¿Qué ocurre entonces con los proyectos? Pues que salen, tarde, mal y nunca.

Por eso, la solución siempre pasa por escalar las cosas, aunque te creas que haces ver tus carencias, lo que haces es lo contrario, haces ver a tu superior, que por mucho que tú quieras colaborar, el departamento de al lado no, por lo el que muestra sus carencias es tu homólogo en el departamento vecino.

Los proyectos, deben llevarse con mucha mano izquierda y es el responsable máximo del proyecto, el que debe hacer entrar en razón a sus homólogos en otros departamentos, para que no sea necesario hacer intervenir a ningún superior, ya que eso, es signo de no saber resolver los problemas, lo que hará que uno o los dos implicados, acaben desacreditados.