Un buen día, estás trabajando y te invitan a una reunión para lanzar un proyecto. Miras las directrices de la compañía a la hora de lanzar un proyecto y te das cuenta, que el que la convoca, no tiene que hacerlo y mucho menos de la manera en que lo hace.
Cosas como esta, pasan muy a menudo en las empresas, ya lo hemos dicho alguna vez, los altos mandos, se saltan a la torera, las normas que ellos mismos ponen y, cuando les conviene, obligan a cumplir. Pero si son ellos los que tienen que cumplirlas, la cosa cambia.
En este aspecto, lo único que podemos hacer, con mucho riesgo, es sacar la normativa de la compañía y obligar a que se hagan las cosas, como ahí se dice, de esta manera, los directivos, probarán su propia medicina.
Decimos que hacer esto, tiene mucho riesgo, porque, nos guste o no, la sartén la tienen ellos por el mango y dejarles en evidencia, puede implicar que tú te quedes sin trabajo. Pero es cierto, que deberíamos hacerlo y llegar lo más alto posible, para, con un poco de suerte, llevarte por delante a un director, que, si ve peligrar su puesto, no dudará en echarte a ti la culpa, para que caigas en su lugar.
Una vez más, vemos que es imposible hacer que las cosas cambien en este país, ya que los directivos siguen pensando que las empresas son sus dominios y que pueden hacer las cosas, como les venga en gana. Además, si tu no rindes, como ellos esperan, no dudan en recriminarte, que no eres capaz de hacer las cosas. Claro, que lo que obvian, es que ellos se saltan todas las normas y a ti, no te queda más remedio que acatarlas.
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