Cuando se trata de quejarse, somos unos hachas y lo hacemos a bombo y platillo, en los bares, en casa del vecino, por la calle,... ahora bien, cuando lo que toca es arrimar el hombro para hacer cualquier cosa, nos volvemos expertos en escaparnos, que si es que tenía un viaje, que es el cumpleaños de mi hermano,... el caso, es que nunca estamos disponibles para hacer cosas, pero siempre estamos dispuestos a quejarnos de todo.
En esta vida, nos guste o no, casi siempre recibimos lo que damos y aquel que da amistad, alegría, buen rollo en definitiva, lo tiene, y los que dan lo contrario, suelen recibir justo lo contrario. Por lo tanto, es tu decisión elegir la vida que quieres, si quieres una vida aburrida, quejándote de todo, no ayudando al vecino,... ya sabes lo que tienes que hacer.
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