Estamos acostumbrado a pensar que siempre hacemos las cosas bien y por lo tanto, el que las cosas no salgan como esperamos, en lugar de pensar en nosotros, siempre intentamos que sea otro el que la asuma. Y claro, eso, cuando empiezas a ascender y llegas a ser el que tiene la máxima responsabilidad, deja de tener sentido, ya que echar la culpa a alguien que esté por debajo, no es fácil de hacer.
Quizá una excepción puede ser la administración, ya que los funcionarios, según el nivel que tengan, pueden tener algo de excusa, ya que no es fácil deshacerse de algunos, pero en la empresa privada, si eres de verdad el máximo responsable, no puedes decirlo, ya que sí tendrás el poder para despedir a cualquiera que no haga lo que le pidas.
Ahora bien, como siempre, sigue sin ser fácil, porque además del poder que te da el ser el que más manda, necesitas (según lo grande que sea la empresa), personas de confianza, que gestiones las diferentes áreas y algunos de lo que pueden estar implicados, tendrán algún tipo de protección de tus personas de confianza y entonces tendrían que caer varios y la cosa se complicaría.
En definitiva, que al final, por la manía de creernos los mejores y ser los que manejamos todo bien, siempre encontraremos culpables a que las cosas no salgan y por supuesto, nunca seremos nosotros.
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