Siempre decimos que cuando algo ocurre, nunca el que lo cuenta tiene la verdad absoluta, porque lo ve desde una perspectiva, que no es la misma que la que ve otro desde otro sitio y claro, la verdad, será, casi siempre, una mezcla de ambas visiones. Dicho esto, cuando veas a alguien como un auténtico demonio, quizá debas escucharle, porque igual realmente es un ángel.
En muchas ocasiones, la mejor manera de entender a un rival, no es peleando permanentemente contra él, quizá lo mejor, sea hablar con él y conocer a fondo qué piensa, en qué se basa para opinar como opina y hacer un esfuerzo por ponerse en su pellejo, de manera que al final, llegues a la conclusión de que los dos teníais parte de razón y si cedéis ambos, llegaréis a la mejor solución, porque ni uno es un demonio, ni el otro un ángel.
Por eso, llegar a consensos, siempre es la mejor opción para avanzar, sin encerrarnos sólo en una de las dos partes.
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