Muchas veces, en las empresas, a la dirección le falta valor. Y le falta valor, porque tiene que tomar decisiones que no son agradables, que ponen en precario a personas, incluso a familias y esas decisiones, que en muchos casos evitan males mayores, es necesario tomarlas, pero se dan mil vuelta, para llegar a lo inevitable, perdiendo un tiempo precioso que, en el mejor de los casos, no afecta a más personas de las que afectaría de haberla tomado en su momento.
Por lo tanto, ser valientes, cuando la decisión esté tomada y madurada, no os echéis atrás, intentar hacer lo mejor para los más perjudicados, pero nunca os echéis atrás, ya que las consecuencias de hacerlo, pueden ser mucho peores. Eso sí, nunca toméis las decisiones a la ligera, porque entonces también será un problema, es necesario sopesarlo todo y tomar una decisión en equipo, que seguro será la mejor y luego, ejecutarla.
En las empresas, como en la vida, hay que llegar a la cima de lo que sea que hagas, y para llegar a ella, hay que ser valiente, ya que tu vida pende de la cuerda a la que estás agarrado y cualquier error, puede llevarte montaña abajo.
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