Cuando cambiamos de coche, de casa, de trabajo,... lo hacemos siempre, porque pensamos que ese cambio es mejor para nosotros. No podría ser de otra forma, cuando lo que decimos siempre es que somos egoístas por naturaleza. Pero si es para mejorar, ¿por qué nos cuesta tanto cambiar?
Como veis en el dibujo que ilustra la entrada de hoy, todo cambio implica un salto y en ese salto, pueden surgir problemas, que nos lleven a fracasar en el cambio, de ahí el terrible miedo que nos invade.
Pero, casi siempre, las ganas de mejorar nos pueden y nos lanzamos al cambio sin apenas estudiar cómo va a ser, las maneras de abordarlo y entonces, es cuando fracasaremos en ese cambio. Sin embargo, si tenemos claro cómo hacerlo y estudiamos los pasos, tenemos muchas posibilidades de sacarlo adelante y con ello, mejorar, es que es el objetivo final.
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