Con la edad, todo lo que se exige de joven, cambia, por un lado, por las limitaciones físicas y por otro, por la experiencia.
Y es que, así como los niños, no tienen vergüenza, se atreven con todo, lo prueban, lo investigan, etc... los mayores, con una medida distinta (gracias a la experiencia), hacen lo mismo. Por eso, se dice que acabamos la vida como la empezamos, disfrutando de ella y no estando agobiados, por el día a día que nos llena de incertidumbres cada paso que damos.
Por eso, debemos exigir al que tenemos al lado, mucho menos de lo que le exigimos, porque lo que buscamos, es una excelencia, que con el tiempo nos daremos cuenta, que no era necesaria y lo que hacía, era complicarnos la existencia, en lugar de hacerla mejor y además, se la complicábamos a los que teníamos alrededor.
Afortunadamente hay cosas que van cambiando y así como antes, que echasen del trabajo era un verdadero problema, hoy, cada vez más jóvenes, tienen menos miedo a cambiar de trabajo, a hacer las cosas que les apetece y a no centrarse tanto en estar forrados, como en vivir la vida.
Y creemos que esa bajada de exigencia, que antes llegaba, al final de la vida, está muy bien que esté al principio, porque disfrutaremos mucho más de la vida, de lo que lo hicieron antes.
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