Obviamente, lo mejor es tener, como tenemos en España, una gran sanidad pública, que no haga distinciones entre ciudadanos, pero muchas personas y muchas empresas, ya dan el servicio médico privado a sus empleados, como una mejora de sus condiciones de trabajo. Y claro, llega un momento en que, tanto la privada como la pública, están saturadas.
A eso, además, se une que estamos llegan cada vez a mayores edades, por lo que somos muchos más los que necesitamos recibir atención médica. Y si antes, una espera para un especialista, en la pública era de meses y en la privada de semanas, ahora, los meses pueden ser de la privada y de la pública, en algún caso, puede pasar un año.
Y ésto es realmente grave, ya que alguien con una dolencia, la que sea, necesita atención en ese momento, no dentro de un mes o dos (o un año), porque para cuando le vea el especialista, la dolencia desapareció (y en algunos casos, hasta el paciente).
Encontrar una solución a ésto no es sencillo, lo primero sería intentar acudir al médico, sólo cuando sea necesario, no para cada pequeño dolor y en segundo lugar, ampliando los centros médicos, para que tengan más personal. En el caso de los públicos es complicado, porque el presupuesto es el que es. Y en los privados, que debería ser más fácil, habría que sacrificar beneficios, algo a lo que los privados no están dispuestos, por lo que tampoco es sencillo.
De ahí que la sanidad, tanto pública como privada (quizá más la privada), vaya en caída libre, ya que acceden menos personas que realmente tengan vocación y por lo tanto, el servicio baja de calidad, lo que no es bueno para nadie.
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