miércoles, 4 de abril de 2012

Aparente normalidad

Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, en fiestas como la Semana Santa, el verano o la Navidad, las empresas se empeñan, en hacer que se trabaje a un ritmo normal. Lo que no se dan cuenta, es que es imposible. Entre los que se van de vacaciones y que los que se quedan, están pensando más en los días festivos que en el trabajo, el resultado es que el rendimiento baja y mucho.

Nosotros, como es habitual, la solución que encontramos a esto, es dar libertad a los empleados. Si los mandas en los días de menor rendimiento a casa, con un portátil, conexión al trabajo y un teléfono móvil, no sólo rendirán, al menos lo mismo que en el trabajo, sino que además estarán agradecidos, lo que hará que aumenten también el rendimiento fuera de los periodos vacacionales.

En definitiva, seguimos intentando romper lanzas, para volver a lo que había hace años y es una complicidad entre empleado y empleador. Para el empleador eres una persona que le saca adelante cosas en su empresa y para el empleado, la empresa, es quien se preocupa por su vida personal y ayuda siempre que puede.

Pero mucho nos tememos, que esto es otra utopía a la que nunca volveremos. Para el recuerdo quedará cuando nuestros abuelos, incluso algunos padres, hablaban bien de su empresa y de la de cosas que les daban para su familia.

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