Siempre hemos dicho que hay que ser transparentes, informar a todo el mundo de las cosas, tal y como son, y de esta manera, evitar sorpresas, que en el futuro nos ahorrarán disgustos. Pero hay algunos casos, en los que no es tan bueno. Y esos casos, son, por ejemplo, cuando llevas un coche a un taller, o algo similar.
Vamos a explicar la razón, de no tener que ser, tan transparente. En el ejemplo del taller (en cualquier otro servicio, ocurre lo mismo), el problema de dar excesiva información, es que lejos de ayudar al que te va a cobrar por un arreglo, le estás dando ideas, de por lo que cobrarte. Esto es, si vas porque tienes rota una ventanilla y te preguntan, ¿le has notado alguna otra cosa al coche? y contestas, parece que en frío arranca mal, prepárate, porque, casi seguro, que le sacan algo a la batería, motor de arranque, lo que sea, pero te cobrarán por algo, que igual el coche, realmente, no lo tiene.
Por eso, aunque defendamos que la transparencia es lo mejor, en algunos, habría que omitirla. Quizá estos casos, son los que hacen que, al final, muchos de los que sí tienen que ser transparentes, no lo sean. Y si os fijáis, perder la transparencia, viene causado, porque algunos (los profesionales de un servicio), quieren aprovecharse de otros (los consumidores). Y esta conclusión, nos lleva a lo que hemos dicho más veces, que la sociedad en la que vivimos, se ha desmadrado y tenemos que renovarla, de esta forma, no tendríamos problemas de aprovechados y explotados, pero como también hemos dicho, es algo muy complicado de cambiar.
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