Siempre hemos detestado ser intermediarios, pero los hay a patadas y, por desgracia, nos toca en muchas ocasiones, hacer ese papel.
Los intermediarios, pueden ser rentables, cuando eres el intermediario entre un trabajo y el cliente, esto es, ofreces al que hace el trabajo un dinero y cobras al cliente ese dinero y un poco más, por lo tanto, sin mover un dedo, te llevas dinero. Nos parecería ético, si el trabajo te lo busca ese intermediario y el cliente es suyo, pero muchas veces, el cliente es tuyo, pero sólo te permite trabajas mediante intermediarios, lo que hace que te sienta mal.
Y luego están los intermediarios, que no cobran nada por ello, pero que la organización establece que tienes que hablar con el cliente por un lado y por el que hace el trabajo por otro. Aquí, además que no cobras nada, estás en constante riesgo de hacerlo mal, ya que lo que te cuenta el que hace el trabajo, puede que no lo transmitas de manera correcta al cliente.
Así que, nosotros, siempre que podemos, trabajamos directamente con el cliente, ya que creemos que es lo más honesto y la mejor forma de hacer un trabajo.
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