En muchas ocasiones, en las empresas, nos mandan trabajos, sobre los que tenemos claro que no van a llegar a ninguna parte, pero sin embargo, muchos, los hacemos sin rechistar.
Sólo unos pocos, cuando les mandan algo que saben que no va a funcionar, lo dicen, de hecho, incluso lo discuten con sus jefes, llegando a límites, en los que se juegan su puesto de trabajo. Lo más curioso es, que a éstas personas, difícilmente los despiden, porque le dan a la dirección un baño de realidad, que no tendrían de otra forma.
Aún así, si la dirección está convencida, de que lo que quieren hacer está bien, lo harán y te tocará hacer un proyecto, como la imagen que acompaña la entrada, unas escaleras, que no llevan a ningún sitio, pero se harán, estarán listas en plazo y no servirán para nada. Y en otros, casos, la dirección hará caso, y desechará el proyecto.
De todos modos, las escaleras que no lleva a ninguna parte, y que solo parecen un coste inútil, quizá en un futuro, dándose una serie de circunstancias, se podrán completar con otro tramo, que sí llegue a algún sitio y a efectos de coste de la compañía, una parte se computó en un año y la otra en otro, por lo que, en números grandes, igual sí que fue rentable.
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