Durante este mes, unos ya llevamos tres días y a otras les quedará todavía hasta mediados de mes (incluso alguno quedará que pueda disfrutar hasta acabar septiembre), pero sea como fuere, volvemos al horario de invierno, para hacer ocho horas diarias de trabajo, en lugar de siete y con una hora para comer, lo que hace que nuestra jornada se amplíe en tres horas diarias más, lo que hace que sea más pesada.
Y nosotros, seguimos con lo mismo de siempre, si los empresarios se fijasen en la productividad, verán que se produce lo mismo o menos, que en la jornada de verano. Y esto es así, por lo que hemos comentado más de una vez, que el que tiene algo a medias, se va a comer y lo acabará por la tarde y por la tarde, efectivamente lo suele acabar, pero tan sólo eso que tenía pendiente por la mañana. Mientras que si eso le pasa en jornada de verano, lo acaba, por no dejarlo para mañana y al final te ha realizado el mismo trabajo, pero en un caso en siete horas y en otro en ocho, por lo que el rendimiento es mucho menor.
Pero lamentablemente, seguiremos diciendo que se está conciliando vida familiar y laboral sin implantar la jornada continua de 35 horas semanales, siempre que sea posible y sin tocar el salario, ya que, como hemos dicho, la producción es la misma y la retribución por tanto también.
Esperemos que algún día cambie, mientras tanto, seguiremos trabajando 40 horas semanales, descansando una hora para comer y perdiendo demasiado tiempo fuera de la familia.
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