El título de esta entrada, es para aquellos que desarrollan aplicaciones muy buenas, completas y con cientos de funcionalidades, pensando exclusivamente en hacer la mejor aplicación, así, tendrán muchas posibilidades de fracasar.
Y es que, las aplicaciones, deben ser para los usuarios, funcionales y sobre todo muy intuitivas. De no hacerlo así, cuando las personas que la van a utilizar se ponga a ello, al no poder entender cómo hacer ciertas cosas, porque se tienen que empollar el manual, entender cosas complejas, etc... dejarán de usarla y sin usuarios, la aplicación no es nada.
De hecho, WhatsApp no era la mejor aplicación de mensajería, pero sí la más sencilla, ¿que consiguió con eso? millones de usuarios, y una vez que los tienes, vas evolucionándola con lo que los usuarios vayan demandando, pero si atosigar. De hecho, WhatsApp ha incorporado posteriormente muchas cosas, que tenía mucho antes Telegram, pero se centró en los usuarios primero, ganándole la partida, al menos en España. Y es cierto que muchos tenemos ambas en el móvil, pero usamos con la mayoría de personas WhatsApp, a pesar de la guerra que se sigue librando en cuanto a confidencialidad de uno y otro.
Por lo tanto, si vas a hacer algo, céntrate primero en el usuario, sus funcionalidades básicas, que sean sencillas de realizar y lánzalo, cuando ya tengas una buena bolsa de usuarios, empieza a complicarla y perfeccionarla, además, sin miedo a dar marcha atrás, si un cambio no gusta, porque lo importante, es tener usuarios.
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