El final de un proyecto

Cuando se acerca el final de un proyecto, sobre todo si en el mismo participan departamentos (se agrava más si son empresas) distintos, se tensiona mucho el ambiente. Las tensiones, como no, suelen venir porque quien tiene la culpa de no llegar a buen puerto, que suele ser, por desgracia, lo habitual.

Decimos que es más grave cuando son empresas, porque cada una tiene que pelear por lo suyo y lo del otro le importa poco. En el caso de departamento no es lo mismo, porque, al final, hay una cabeza que es responsable de ambos y la pelea acaba pronto, pero entre empresas, no existe esa cabeza, fuera de un director de proyecto, pero no tiene fuerza más allá de poder dejar de colaborar una de las empresas, con lo cual el marrón es para la otra.

Pues bien, limar esas tensiones es muy complejo, ya que cada uno arrima el ascua a su sardina y lo del otro le importa poco. Los responsables que esto sea así y no de otra manera, son, como no podía ser de otra forma, la cultura que tenemos en España en las direcciones. La idea es, que cuanto más se estrese un proyecto, en menos tiempo sale y por tanto te ahorras mucho dinero. Pero nuestra visión, como debe ser, es otra. Si consigues que ambas partes del proyecto se "lleven" bien, lo más probable es que colaboren y entonces sí, el proyecto saldrá antes y más barato. De la otra manera, pierden mucha fuerza en demostrar que la culpa es del otro, causando retrasos y sobrecostes.

Por otro lado, las partes, no deberían ser tan torpes de caer en el juego de las direcciones, ya que sólo puede llevarles a las salidas ya expuestas, sino que deberían hacer frente común a la dirección y defenderse entre ellas, para que quien se encuentre sólo sea la dirección.

Aunque las cosas no sean de tu responsabilidad, siempre podrás hacer algo, para que se suavice el problema, de otra forma, al final el problema será tuyo.