Es impresionante, pero cuando quieres algo, sea lo que sea, miras su precio y es caro. Y es que, lo que gusta, irremediablemente vale dinero y es así, porque en esta sociedad consumista, no importa lo que valgan las cosas, importa cuántas personas están dispuestas a comprarlas y cuantas más sean, más caro es. Es una pena, porque hemos perdido el norte y ya nadie cobra por lo que ofrece a la sociedad, sólo quiere cobrar y claro, al final, eres una persona cara para la sociedad.
¿Cómo podríamos atajar ésto? La verdad es que es complicado, alguna vez hemos pensado (y os lo hemos contado) en que volver al trueque sería la solución perfecta, ya que pondría en valor nuestras habilidades y con ellas, conseguiríamos cosas, eso sí, todos aquellos que no tuviesen habilidades o simplemente fueran charlatanes, se quedarían automáticamente fuera del sistema. Pero, de verdad, pensamos que sería lo mejor.
Ahora bien, mientras tanto, seguiremos comprando cosas con el maldito dinero, dejando (o no, que algunas personas somos muy rebeldes) que nos digan qué comprar, qué comer y por dónde ir, porque todo el mundo lo hace.
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