Por fin se abrió la naranja y se vio que no todo era tan naranja como parecía, y claro, cuando algo no es lo que parece, ocurre lo que estamos viviendo, que en la lucha de aquellas ovejas descarriadas de otros partidos, que montaron uno, vuelven a sus orígenes, ante el hundimiento del barco naranja.
Pero lo que más nos asombra, no es el descalabro de los de naranja, ni que vuelva cada oveja a su origen, era algo esperado, lo que nos asombra es que los partidos de los que venían , los acepten de nuevo, después de la traición inicial.
Una vez más, vemos cómo es la dichosa política, donde lo único que importa son los votos y por lo tanto, nuestro bienestar le importa un comino. Así que, si unos cuantos que se fueron, con su vuelta traen votos, bienvenidos sean y seguirán jugando con nosotros.
Lo malo es que tiene muy mala solución, porque votemos lo que votemos, seguirán riéndose de nosotros, creyéndose con más poder por aquello de tener un puñado de votos. Así que, seguiremos capeando el temporal que nos van montando, intentando salir adelante.
Y de los naranjas, poco más que decir, adiós y gracias por nada, porque no volverán a salir, quedando como UPyD. Se revolverán durante una temporada, intentando culpar al resto de sus problemas. Y es que, un partido que ha mentido siempre, que ha hecho pactos de los que no podías fiarte y que ha crecido sólo por el empuje de una persona, ahora tiene nula credibilidad y nos alegraremos mucho de su desaparición.
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